Evolución

Según Ivo Brossens, uno de los pioneros en el estudio de la enfermedad, la misma comenzaría en el momento del nacimiento, en niñas que por tener secreciones espesas de moco en el pequeño cuello de su útero, vierten hacia el interior del abdómen el pequeño (mínimo) sangrado que la mayoría de las recién nacidas presentan al faltarles las hormonas femeninas que recibían desde la placenta.  En la infancia, la enfermedad no se expresaría por la falta de hormonas ováricas.  A partir de la menarca (primera menstruación), los focos de tejido endometral depositados en la pelvis, crecerían mes a mes por el efecto de los estrógenos ováricos.

Es por eso que en la mayoría de los casos los primeros síntomas aparecen durante la adolescencia.

Se trata de una enfermedad evolutiva sin rumbo ni ritmo cierto. Puede presentarse nuevamente o nunca mas luego de su diagnóstico y tratamiento. El embarazo puede mejorar los periodos libres de enfermedad, pero no debe indicarse al embarazo como tratamiento pues eso no es éticamente válido. Muchas mujeres que presentan inicialmente estadíos avanzados de la enfermedad, mantienen la curación por largos períodos – a veces definitivamente. Por el contrario, pacientes con grados mínimos o leves, han requerido reiteradas laparoscopias a través de su vida debido a las frecuentes recurrencias de la enfermedad.

No es una enfermedad maligna. No es un cáncer. Pero suele extenderse dentro del abdomen, aún fuera de la pelvis. Es casi improbable (y muy rara) la muerte debida a la endometriosis. No obstante, el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno ayudan a una mejor calidad de vida.

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