La demora en el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades pelvianas que eventualmente puedan producir infertilidad debe considerarse una iatrogenia (daño causado por el médico), en este caso por omisión.
Enfermedades como la endometriosis, oportunamente diagnosticadas y tratadas, pueden alejar el problema de la infertilidad, a quién la padece.
Por el contrario, ignorarla y demorar su control, por lo general resulta en una obligada infertilidad.
En el mundo se ha constatado – a través de diferentes encuestas evaluadas por la World Endometriosis Society – un retraso de entre 3 y 7 años para el diagnóstico de esta enfermedad.
La diferencia entre un diagnóstico oportuno o uno tardío puede ser la imposibilidad definitiva de lograr un embarazo, aún recurriendo a técnicas de fertilización asistida de alta complejidad.
Muchos ginecólogos generalistas no piensan en las enfermedades que – tratadas tardíamente – pueden complicar severamente el futuro reproductivo de sus pacientes.
Desde las sociedades científicas se procura alertar al “gremio médico” acerca de que la infertilidad debe ser encarada siempre con premura, sin demoras.
El dolor menstrual, un quiste de ovario que persiste más allá de tres ciclos menstruales, el antecedente de una infección pelviana, un aborto provocado previo, etc., son motivos de urgencia diagnóstica, en especial cuando la mujer ya cumplió los 30 años de edad, mucho más urgente si ya tiene 35, y casi debería considerarse una emergencia si paso los 40.